sábado, 18 de agosto de 2012

Köln

Llegamos al depa de Ramón y Luis a bañarnos algunas. Total, yo dormí unas dos horas junto con las niñas acomodadas como sardinas en una cama. No sé de dónde saqué fuerzas para estar despierta e hiperactiva todo el día! Nos levantamos cuarenta minutos antes de que saliera el tren y fuimos el grupo de diez a comprar el boleto. Dos tickets de schönes Wochenende. Llegamos raspando pero afortunadamente el tren se atrasó unos minutos. Cambiamos de tren en Giessen y luego en Siegen para llegar finalmente a Köln. Salimos del Hauptbahnhof y lo primero con lo que se topa nuestra vista es con una enorme, impresionante e increíble catedral gótica, la Kölner Dom. En verdad está construida con tantos detalles que no la puedo describir, es una verdadera obra de arte. Toda de piedra labrada está llena de personajes de la biblia, ángeles, gárgolas, adornos, hojas, ventanas, molduras, mil cosas. Entramos y como siempre el techo está lejísimos, altísimo, enormesísimo, para recordarte lo grandiosísimo que es Dios. Adentro también estaba lleno de adornos, molduras y personajes de piedra. Todos los vitrales estaban extremadamente coloridos, preciosos, cada cuadrito una escena de la biblia, una historia y detallados a la perfección. El piso de pequeños mosaicos también mostraba sucesos y personajes. El techo tenía estrellas doradas y todo el fondo del altar estaba compuesto por pequeñas capillas cada una para una tumba diferente, cada una con la estatua de piedra del fallecido, altos mandos de la Iglesia. Cada cosa que había en esta enorme catedral era una obra de arte, la misma catedral por si sola, era arte. Era increíble con todo el sentido de la palabra, por más que la mirara y tocara no podía creer que yo estaba ahí y que tal majestuosidad existe. Que entre sus paredes guarda los ruidos de su construcción, los gritos y llantos de la guerra, los silencios de los fallecidos y los sonidos de los turistas como yo.

Después caminamos al Centro de Documentación Nazi. Pensábamos que era un museo pero bajamos las escaleras y llegamos a las celdas donde encerraban a los judíos, homosexuales y demás perseguidos para interrogación antes de ser enviados a campos de concentración. Incluso a varias personas las mataron ahí, en el patio. Dos pisos superiores están llenos de información, documentos, fotografías, mil cosas. Duramos dos horas adentro pero como era muchi tiempo lo terminamos rápido y es justo decir que solo alcanzamos a ver la mitad.

Caminamos a lo largo del río Rhein hasta llegar al museo de chocolate. A mí me encantó el recorrido, vimos una introducción del cacao, cómo se hace el chocolate, una pequeña línea de producción de chocolates Lindt donde nos enseñaron todas las máquinas y todos los pasos hasta obtener el chocolate que se compra en las tiendas. Mil figuras y formas de hacer chocolate. Fuentes de chocolate. Los actuales chocolates comerciales y de la mejor calidad. El chocolate a través de los tiempos. Salí de ese lugar como la persona más feliz del mundo y me compré un chocolate blanco con pétalos cristalizados. Es una de las cosas más deliciosas que he probado en mi vida.

Salimos a comer pizza a un restaurante italiano que estaba en la plaza. Debo admitir que estoy acostumbrada a que me traten bien en los restaurantes pero acá en Europa, el cliente nunca tiene la razón. A pesar de todo la pizza estaba muy buena y probé la Kölsch, va a mi lista de cervezas favoritas alemanas.

Nos encontramos con el resto del grupo descansando en el zacate frente al Rhein y luego cruzamos el Hohenzollernbrücke al Triangle, el mirador. Disfrutamos del atardecer de Köln, rosa y anaranjado en el horizonte, contrastando con la catedral. Después regresamos al Hauptbahnhof a tomar el tren de las 9pm de regreso a Marburg. Me estaba quedando dormida cuando soñé que me tropecé, entonces me estremecí y mis amigos me voltearon a ver asustados para lo que después nos reímos como locos. Luego me quedé despierta y Carmina, Dina y yo entramos en un estado de hiperactividad, estabamos platicando, cantando y riéndonos de todo, tanto que la gente que iba sentada cerca se cambió de lugar. Pero cuando cambiamos de tren en Siegen dimos el bajón y nos quedamos dormidas. También en el tren de Giessen a Marburg. Luego tomé el último camión a mi casa y cuando llegué me quedé dormida hasta mediodía. Gracias a Dios estos alemanes tienen cortinas de metal que convierten tu cuarto en una caverna oscura como si el sol no existiera.

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