domingo, 21 de octubre de 2012

Big Band

Jojo me dijo que fuera hoy a algo relacionado con música. Así son los alemanes, dicen "nos vemos al rato" pero no sabes qué hay, dónde es exactamente, quién más va a estar, ni qué vas a hacer ahí. Estaba a punto de no ir porque estaba muy estresada por mis materias pero pensé "seguramente va a marcar los meses que viva aquí".

Caminé en el atardecer soplando fresco en mi cara. Llegué afuera del Duales Hochschule y no había nadie pero no pasó ni un minuto cuando Jojo salió por la puerta para decirme "sígueme". Y sin preguntarme nada más, entré y subí las escaleras detrás de él hasta llegar a un salón iluminado con paredes de madera, lleno de gente y música jazz.

Mi garganta estaba fría y yo nerviosa por lo que mi principio fue algo vergonzoso, pero creo que al final lo hice bien... o al menos aceptablemente.

En estos meses en Alemania he notado que los músicos no tocan música... sienten música. Su pasión, su amor y su diversión por la música me miraban directo a los ojos cuando el director me decía con la mirada "aquí entras tú" y yo entendía como si fuese natural.

La música de éste lado del mar... la música es diferente.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Hinterbliebene

No dormí mucho por los nervios pero todo el proceso de preparación se dió de manera natural. Me bañé, terminé de guardar en las maletas lo que faltaba, me hice de comer y también unos sándwiches para el camino. En fin, todo estaba en su lugar cuando tenía que estarlo.

Jinhee bajó a despedirme y recoger la llave pero no pudo ayudarme más allá porque estaba muy enferma de gripa. Y luego llegó la hora de bajar mis maletas a la calle porque Dr. Hein vive en el segundo piso de la casa. Después cuesta arriba a la parada del camión. El principio fue lo más difícil porque apenas estaba hallando la mejor manera de transportar mis pertenencias pero una vez que subí todo al camión no me preocupé mucho. Llegué al Hauptbahnhof y un amable caballero me ayudó a subir una de mis maletas los cinco escalones de la entrada de la estación y después esperé sentada en la banca a que Carmina y Dina vinieran a decirme adiós. Me ayudaron a llevar mis maletas al andén y a subirlas al IC (tren Inter City) y les dije un último "hasta pronto" con la mano a través de la ventanilla.

Todas las veces anteriores había viajado en Regio (trenes regionales) que son más económicos porque hacen paradas en todas partes, por lo tanto son más lentos y menos espaciosos. Pero éste, en los extremos de cada vagón tiene espacio para poner maletas. Seguramente Diosito me ayudó porque estaba vacío el espacio para maletas de mero abajo. Ahí acosté mis dos maletas y me olvidé de ellas por las próximas cinco horas de viaje en el IC. Después me puse a buscar el asiento que había reservado, ya que iba a viajar mucho tiempo y no quería quedarme sin lugar o terminar parada. Estaba en el vagón nueve buscando el asiento 38, a lado de una mujer que llevaba una maceta llena de flores hermosas de colores. Me senté, escuché mi iPod, me quedé dormida un rato, checaron mi boleto dos veces, comí un sandwich, luego otro y cuando le estaba dando una gran mordida un hombre me pide en alemán si puede mandar un mensaje a su mamá desde mi celular porque no sé que pasaba con el suyo. Como estaba sola, no sabía qué onda con esta persona y tenía la boca llena... puse una cara de chica extranjera perdida en el universo y le dije con mi peor acento "ish shprrech bischschsch doich" (ich spreche ein bisschen deutsch) lo cual me costó trabajo porque, aparentemente se me facilita imitar sonidos, he ahí la razón por la cual pronuncio bien en varios idiomas. De hecho, en Marburg cuando preguntaba algo como buena turista, me contestaban como si fuera alemana y entendiera todo a la perfección. Esas son las desventajas de que mi alemán no suene tan ranchero o mexicano.

En fin, el alemán que tenía problemas con su celular dijo que no me preocupara y en eso, la señora del asiento de enfrente le ofrece su ayuda y todo salió bien. Luego ellos dos se quedaron platicando un buen rato y no estaba poniendo atención hasta que mencionó "México" y volteé y la señora me vió. Minutos después de que la señora hubiera terminado la conversación con el hombre que ayudó, me voltea a ver y me sonríe y me pregunta si soy turca. En verdad, ya me estoy cansando de que la gente me mire y piense que soy de un país del medio oriente, pero bueno. Le dije que soy mexicana y me empieza a contar que ella ha ido a México varias veces a hacer labores de caridad y que su consuegra, que es enfermera, va dos meses al año a la Sierra Tarahumara para ayudar en los partos. Terminó dándome su celular y yo el mío con la esperanza de que me pueda ayudar talvez a encontrar un lugar dónde realizar mis prácticas profesionales los últimos seis meses de mi estancia en Alemania no sin decirme antes "nuestro encuentro no fue una coincidencia, sino que Dios nos puso en el mismo camino para encontrarnos".

Me bajé del tren y esperando a que parara en la estación, una pareja de alemanes me miró cargada de maletas y sonrieron. Les dije que venía haciendo un largo viaje desde México para estudiar en Alemania un año y ellos terminaron contándome que venían de unas vacaciones que hicieron a África. Después el señor muy amable me ayudó a bajar mis maletas del tren y nos despedimos. Crucé al otro andén a esperar el tren que me llevaría a Schwenningen (Neckar).

Fueron sólo catorce minutos y bajé a la estación. Ahí vi curiosamente a una chava que se llama Zyanya, con quien llevé Alemán Intermedio II hace casi tres años, en mi primer semestre de carrera en el Tec, pero no la saludé. Me adentré en la estación para encontrarme con Susann, Sanita y Christina que me ayudaron con las maletas y me llevaron en carro a lo que sería mi nuevo hogar por el próximo medio año. No tardamos ni dos minutos y llegamos a una calle en reparación. Se estacionó en la banqueta y en el primer piso del edificio vi una relojería. Por un lado estaba la puerta y subimos cuatro pisos con mis dos maletas de poco más de veinte kilos. Llegamos al último piso que ellas llamaban "Penthouse". Lo primero que vi fue a Martín y Julio ayudandome con las maletas y pasillo largo con muchas muchas puertas. Firmé el contrato de Frau Silva, le pagué el primer mes de renta, el depósito equivalente a un mes de renta y otra cantidad por toalla, sábanas, cobija, colcha que me servirá en el helado invierno que me espera. Después conocí a mis otras dos roomies: una chava china pequeñita que se llama Xi Huanying o Helena Xi pero Martín y Julio apodaron Juanita, y una chava húngara un poco más alta que yo que se llama Krisztina.

Mi cuarto es la última puerta a la derecha. Como vivimos en el último piso, el techo está inclinado entonces una porción de la recámara no es utilizable, pero como es amplio, realmente no importa, solo tengo que cuidar mi cabeza. Tengo una cama individual con cajones abajo, buró, lámpara, armario con cajón para zapatos, una cómoda, repisas, escritorio, silla, tapete al pie de mi cama, y una ventana en el techo inclinado con una preciosa vista de primera fila a la Neckartower, el edificio más moderno de Schwenningen hecho de vidrio con un letrero de mi universidad Hochschule Furtwangen arriba, como cereza de pastel, que se ilumina por las noches junto con todas las aristas del edificio.

Ahora bien, entrando al depa a mano derecha la primera puerta es el retrete de niñas (el de niños está en el pasillo y tienen que salir si quieren ir al baño). Enseguida está el cuarto de regadera junto con la lavadora. Después, la primera puerta a mano izquiera es la cocina con fregadero, estufa eléctrica, horno, refrigerador, lavaplatos, microondas, tostadora, cafetera, hervidora, hot pot, happy chop, vasos, platos, cubiertos, cucharones, vasijas de plástico, sartenes, ollas, etc. una mesa grande, cinco sillas y bote para basura orgánica, plásticos y un bote para todo lo demás.

Tuvimos nuestra primera family meeting oficial donde platiqué un poco con las niñas, que no conocía pero se veían buena onda y hablamos sobre el internet. No tenemos internet, hasta ahorita Frau Silva les había prestado su contraseña pero o ella nos ayudaba a ponerlo y agregaba el costo a la renta mensual o nosotros lo contratamos por nuestra cuenta. Todavía no sabemos qué vamos a hacer.

sábado, 15 de septiembre de 2012

¡Viva México!

Me desperté temprano para arreglar mis maletas ya que mañana saldré en la tarde con mis dos maletas y mi boleto con destino a Schwenningen (Neckar) en mano. Una vez que dejé todo listo, salí de casa de Dr. Hein rumbo con Carmina donde me recibieron con pollo en mole de tres chiles y mole con pistache, arroz a la mexicana, tortillas de harina y ensalada. Todas las niñas nos reunimos ahí y después salimos a encontrarnos con todos los mexicanos.

Llegamos a las Mensatreppe (escaleras frente al río de la cafetería) y ahí encontramos a todos los mexicanos. Incluso conocimos a más mexicanos que también estaban viviendo en Marburg. Y los alemanes se nos acercaban a preguntar qué estaba pasando. Por qué traíamos banderas, sombreros de charro, máscaras de lucha libre, adornos mexicanos, bigotes, relajo. Empezamos a gritar ¡Viva México! y hasta los no mexicanos gritaban con nosotros. Éramos más de veinte y nos divertimos un chorro.

Después las niñas decidimos irnos a un bar o antro. Por primera vez subí al Oberstadt de noche. Llegamos a un antro, supuestamente el mejor de Marburg, pero cobraban cinco euros y como no había mucha gente y pensábamos quedarnos solamente una hora, decidimos buscar otro lugar. Camino a un bar conocimos a unos chavos de Estados Unidos, platicamos con ellos un buen rato pero eventualmente nuestros caminos se separaron cuando ellos querían ir a Hinkelstein y nosotras al Deep Bar. El ambiente en el Deep estaba muy aburrido, había apenas unas cuantas personas y las niñas se quedaron platicando con ellos pero yo me salí y estuve con Jimmy y Daniel que también andaban deambulando por la ciudad.

Las niñas y los latinos que estaban en el Deep salieron eventualmente del bar y todos caminamos de regreso al Oberstadt. Daniel se despidió y Jimmy y Carmina se fueron por un Kebap. Yo me quedé con las niñas y caminamos al Nachtsalon donde porfin encontramos buena música.

En la noche regresamos al depa de los niños, mejor conocido como Bosque Ocho Ocho, para una última partida de cartas y mi inminente despedida. Los voy a extrañar mucho.

martes, 11 de septiembre de 2012

Aufwiedersehen Dr. Hein

Hoy es el último día que vi a Dr. Hein puesto que se fue a un congreso de medicina en Köln que será esta semana y luego se va dos semanas de vacaciones a una isla cuyo nombre ya no recuerdo. Antes de que se fuera le regalé un calendario azteca de madera con una dedicatoria en alemán escrita por atrás (espero que la gramática esté bien). También le dí una bolsa de glorias y carne seca. Luego me dijo que le habían encantado los tama-rocas y pulparindos que le dí a probar la semana pasada. Pensé que no le iban a gustar porque pican un poco (o al menos para el gusto de los alemanes, creo yo). Pero cuando me dijo eso, inmediatamente fui a mi cuarto por más para dejárselos.

No había pasado ni una hora cuando ya me sentía sola en la casa. Tal vez es el hecho de que ahora no estoy al pendiente de algún sonido que anuncie la llegada de la doctora, porque como trabaja, llegaba en la tarde. Realmente pasaba la mayor parte del día por mi cuenta cuando llegaba temprano a casa, pero ahora se siente diferente. Incluso llegó Jinhee en la noche con unas amigas a cenar y a su cuarto en el segundo piso, cosa que no había hecho antes en todo el mes que llevo aquí. También noté la ausencia de la doctora en la cocina cuando vi que Jinhee dejó sus vasijas en la mesa, trapos sobre la barra, la bolsa de basura en el piso y trastes sin lavar. Cosa que nunca había sucedido durante mi estancia aquí.

Pero bueno, solo me queda media semana en Marburg. Me habría gustado mucho quedarme más tiempo, pero qué le hago. Hay que continuar. El domingo que me vaya de la casa de la doctora, le entregaré la copia de la llave a Jinhee y continuaré mi viaje.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Einfach wunderbar in Lese und Hörverstehen!

Hoy tuvimos exámen en la mañana y como mi maestra, Frau Gila, es una máquina corrigiéndolos, para la tarde ya los tenía listos. Fue el exámen más difícil que presentamos, tardamos más de hora y media en terminarlo. Había una parte de gramática, una de compresión lectora y otra de escuchar. Cuando nos lo regresó corregido me felicitó porque fui la única que tuvo absolutamente todas las respuestas bien de las partes de compresión lectora y de escucha, pero claro, no soy perfecta. Vergonzosamente saqué 3/18 en gramática pero tengo excusa: fueron los mismos errores. No puse la forma comparativa de los adjetivos pero es que siempre se me va el avión con los que son irregulares como gut - besser y viel - mehr. Y como casi todas las oraciones eran así pues las saqué mal aunque la estructura estaba bien. ¡Estuve tan cerca de porfin obtener ese 1 (calificación máxima) que tanto anhelo!

Aún así estoy contenta porque entiendo mucho. Tal vez me falta en escritura pero de hambre no me muero en Alemania.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Puccini und seine Bohème

El sábado nos levantamos temprano para ir a Frankfurt. Esta vez no fue una visita cultural sino un paseo por los centros comerciales. Al principio vimos tiendas de zapatos, bolsas, unas de ropa pero sobretodo de chamarras, ya que necesito una buena para resistir los helados inviernos que me esperan. Checamos de unas marcas europeas y otras más conocidas como The North Face, Columbia, Wellensteyn... todas superaban los 150 o 200 euros asi que, básicamente, aún no sé que voy a hacer.

Después fuimos a comer al Atschel donde probé, una vez más, el tradicional platillo de Frankfurt: Schnitzel mit Grüne Soße y un vaso de Apfelwein. Estuvo de-li-cio-so. Se nos hizo un poco tarde y tuvimos que correr a la estación del S-Bahn. Después teníamos que caminar unas cinco cuadras rumbo al Oper Frankfurt pero no sabíamos en qué dirección. Le preguntamos a tres o cuatro personas que nos decían donde estaba la Alte Oper pero esa era otra. Finalmente decidimos avanzar en una dirección que pensábamos era la correcta hasta que nos dimos cuenta que estábamos perdidas. Íbamos Carmina, Nenna, Andjela y yo. Andjela pidió un taxi con la esperanza de alcanzar a llegar a la ópera a tiempo. Nos costó ocho euros, dos cada quien, pero cuando llegamos la obra ya había comenzado y ya no podíamos entrar a tomar nuestros asientos. Tuvimos que esperar en el lobby hasta la pausa, viendo la transmisión en vivo en las televisiones del teatro. Nos perdimos de cuarenta minutos pero todavía alcanzamos a ver más de una hora de ópera.

La Bohème de Puccini. En la orquesta había instrumentos que no conocía y también una mujer tocando el arpa. La soprano y los tenores cantaban precioso. Todas las notas claras y brillantes, la voz limpia. Todos los cantantes cantaban hermoso. En verdad fue una experiencia muy, muy bonita.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Nicht Klatschen!

Fuimos Dina y yo al Gottesdienst y hoy decidimos sentarnos junto a Benji. Es una persona que me causa mucha curiosidad porque es reservado pero te contesta todo lo que le preguntas, se ve amable pero a la vez es muy cuadrado. Te trata bien, pero todo debe hacerse como él cree que es la mejor opción o lo correcto. Lo noté cuando fuimos a la torre hace unas semanas y Lisa, Jessika o Steffen decidían lo contrario y veías en los ojos de Benji que se ponía de mal humor. 

A esta sesión fue un cristiano americano a contarnos su experiencia, se curó de cáncer. Luego hablaron de un padre católico y su vida ejemplar. Cuando la persona terminó de hablar, la gente aplaudió por lo que Dina y yo comenzamos a aplaudir cuando Benji nos dijo con una voz muy fuerte y cortante “Klatschen sie nicht! Nein!”. En verdad nos asustó, nos regañó por aplaudir. Y los dos muchachos que estaban sentados adelante solo voltearon y se rieron. Pero no es mi culpa, vaya, casi todos estaban aplaudiendo y no creo que Dios se enoje por un acto de felicidad y aprobación pero bueno, esa es solo mi opinión.

martes, 4 de septiembre de 2012

Unter den Linden und andere Abenteuer


Hoy Gaby tuvo clase en la mañana y yo partiría después de mediodía a Marburg, así que tuve toda la mañana para mí sola. Salí con mi mochila y mi bolsa y lo dejé todo en lockers del Berlin Hauptbahnhof para tomar un tren directo de ahí después de comer. Compré mi boleto de regreso a Marburg y tomé un S-Bahn a Unter den Linden porque en esa calle hay muchos edificios bonitos que conocer.

El Staatsbibliothek no lo pude apreciar porque estaba siendo restaurado, como muchísimos otros edificios en Alemania. Caminé hacia la Humoldt Universität, donde hace dos días compre mi libro de novelas y enfrente otra universidad pero más nueva, construida por los rusos después de la segunda Guerra Mundial. Caminé un poco más atrás y dí con el St. Hedwigs Kathedrale, la catedral católica de la arquidiócesis romana en Berlín. Tiene una fachada similar a la del panteón romano y después es un gran cilindro tapado con una enormísima cúpula de concreto verde. Entre para ver que tal y que voy entrando a una sesión de reflexión acompañada con música de órgano. Fue increíble. Escuché tres piezas de órgano y se escuchaba hermoso. El órgano era enorme y moderno, con detalles en metales de distintos colores y el organista se veía diminuto entre tal monstruoso instrumento.

Entrabas a la iglesia y había unas escaleras anchas para bajar al Santísimo donde encima se encontraba el altar y las bancas a los lados. Todo podía verse desde el frente. Es un poco difícil de explicar pero el diseño era muy bonito. Puse una velita para mi familia en una estatua de la Virgen María y escuché el espectacular órgano. Entre pieza y pieza, un hombre leyó de la biblia. Reconocí una de las lecturas, era la de los panes y peces. Pude haberme quedado toda la tarde escuchando pero después de tres piezas terminó la sesión y una mujer procedió a abrir el acceso al Santísimo. Bajé, me persigné y alrededor de las bancas del Santísimo había pequeños cuartos de adoración o con exhibiciones de tesoros de la iglesia: copone, cruces, rosarios, biblias antiguas, vestimentas de cardenales, etc. Había una tumba en honor a un Cardenal que, durante la segunda Guerra Mundial ayudó a proteger judíos. En una vitrina estaba su certificado y su moneda conmemorativa, otorgada por la comunidad Judía con sede en Jerusalén. Estuve casi una hora dentro de esta iglesia.

Pasé frente al Staatsoper Unter den Linden que estaban remodelando, en parte. Crucé la calle al Neue Wache, un edificio con fachada de pórtico dórico que conmemora a las víctimas de guerras y dictaduras. Dentro era un cuarto enorme, vacío, oscuro, silencioso a pesar de los automóviles y el bullicio afuera. No había nada más que una piedra oscura en el centro, debajo de un rayo de luz proveniente de un agujero en el techo, una escultura por Käthe Kollwitz de una mujer lamentando su hijo muerto. Debajo del granito hay cenizas de un soldado desconocido, de un miembro de la Resistencia y de un prisionero de un campo de concentración (los tres de la segunda Guerra Mundial, aunque el edificio conmemora también a víctimas de la primera Guerra Mundial y del fascismo).

Pasé frente al Zeughaus (Deutsches Historisches Museum), el museo de historia alemana. Está enorme y alto, lleno de detalles como todos los edificios antiguos. Entré sólo al lobby donde había unas esculturas enormes en exposición, pero no entré por la falta de tiempo y el costo. En verdad, tendría que dedicar mínimo una semana completa para ver los museos más más más importantes de Berlín, que son una pequeña fracción considerando la amplia variedad que hay. Berlín debería de llamarse la ciudad de los museos, es impresionante la cantidad que hay.

Como estaban remodelando el Kronoprinzenpalais, no pude tomarle foto, era un pórtico antiguo muy bonito. Caminé hacia atrás al Friedrichswerdersche Kirche. Una iglesia enorme construida enteramente de ladrillos rojos. Entré para ver qué tal y lo primero que veo es una exposición gratuita de un montón de esculturas de mármol preciosas. Era una exposición en honor a Karl Friedrich Schinkel, el arquitecto, aunque también había obras de Schadow y Wolff, entre otros. Le dediqué una hora, si no es que más. La iglesia en sí era una obra de arte, junto con los techos, los vitrales y las escaleras de madera labrada. Y con la exposición adentro en verdad el edificio es un tesoro. Uno de mis lugares favoritos en Berlín.

Terminé mi recorrido porque ya era mediodía no sin antes pasar por una tienda de souvenirs para comprarme unas piedritas del muro y un llavero abre-cheves ya que los muchachos no son muy hábiles abriendo cervezas y eso a veces es un pequeño problema. Me encontré con Gaby en Alexanderplatz y fuimos a comer a Mustafas Gemüsekebaps que sabían delicioso. Había vegetarianos pero nosotras pedimos con pollo. Lo servían con tres cremas, una era de yogurt y otra con chile, también con papas fritas en rodajas, mucha verdura fresca y queso feta con especias. El pan era distinto, no era el típico árabe, pero el Kebap sabía increíblemente delicioso. En verdad creo que todos los Kebaps que había probado antes de Berlín son una burla comparados con los de ahí.
La experiencia completa de Berlín me encantó. Hasta este momento, Berlín es mi ciudad alemana favorita, definitivamente. A pesar de ser una ciudad grande, es barato (no tanto como Marburg pero sí es barato) a excepción tal vez del alojamiento, pero está increíblemente bonita. Siempre hay algo nuevo que ver, conocer, probar, encontrar… me encantó.

Me despedí de Gaby y tomé el tren de regreso a Marburg. Haría siete horas de camino ahora yo sola de regreso. Una pequeña aventura, fácil de lograr. Para que no se me pasar ningún transbordo de los cuatro que haría, puse la alarma de mi iPod. Todo salió bien hasta que llegué al último tren. Como ya era un poco mas tarde me puse a escuchar música y me quedé dormida. En eso siento que el tren estaba parado, me doy cuenta que la alarma de iPod llevaba sonando cuatro minutos, me asomo por la ventana pero todo está oscuro y no alcanzo a ver dónde estoy. En eso pasa un señor y le pregunto “Wo sind wir?” y él me contesta con una sonrisa “Marburg!”. La cara se me cayó al piso, agarré mi mochila y mi bolsa y salí de estampida a la puerta. No sabía por cuál lado se bajaba así que oprimí el botón de una puerta y no se abrió. Me volteé y oprimí el botón de la puerta del otro lado y ¡tampoco se abrió! Me volteé de nuevo y oprimí el botón otra vez y en eso veo que el tren comienza a avanzar. Perdí mi parada. Me regreso a sentar a un sillón, derrotada, y dos señores grandes sentados enfrente me voltean a ver mientras yo agacho la cabeza. Unos minutos después anuncian por el altavoz “Nächste Halt: Marburg Süd” y uno de los señores se asoma y me dice “Sie können hier aussteigen, es ist auch Marburg.” Y yo le contesto “Ja, danke.” Ya sabía que la siguiente parada era la estación sur de Marburg, la que quedaba a una hora en bus de mi casa.

Me bajé y en cuatro minutos pasaba un tren de regreso, en tren eran 5 minutos al Hauptbahnhof. El problema era que pasaba por el Gleis 2 y yo estaba en el 1. Crucé el puente y caminé pero no vi ninguna entrada. De un lado, del otro, nada. Subí el puente de nuevo para divisar un pasillo y cuando lo encontré, el tren estaba llegando. Corrí para alcanzarlo pero lo perdí. Nuevamente derrotada fui a la parada del bus para alcanzar el último camión a casa. Pasaba en unos 15 minutos así que me senté en la banca. No pasaron ni tres minutos cuando divisé el camión 1 rumbo a Wherda del otro lado de la calle… ¡me equivoqué de parada! Corrí, atravesé la calle y le hice señas al conductor de que parara y me dejara entrar. Con una pequeña sonrisa me dijo “Gute Nacht” y yo le regresé el saludo. Me senté segura en el asiento del camión y esperé pacientemente una hora completa hasta llegar a casa.

Ya era casi la una de la mañana del miércoles y cuando abro la puerta, veo la luz prendida. ¿Dr. Hein seguía despierta a estas horas? Honestamente tuve miedo de ser regañada por no avisar que no llegaría el lunes sino hasta el martes, o mejor dicho miércoles en la madrugada. Escuché unos pasos fuertes y rápidos hacia mi dirección y aparece Dr. Hein y me dice “Hallo Scarlett! Oh, siehst du mit alle deine Gepäck! Darf ich ein Foto machen?” Yo seguía en un estado de derrota/cansancio/miedo/shock/random y sólo saqué de mi boca un “Ja…” Dr. Hein corrió por su cámara y me tomó fotos con mi mochila y bolsa desde diferentes ángulos. Me sentí en casa.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Potsdam, Jüden und Wurst

Habíamos decidido quedarnos hasta el domingo y viajar el lunes de regreso ya que no iba a haber clases porque era la bienvenida para los estudiantes nuevos en Speak + Write. Sin embargo, el fin de semana, mi maestra: Frau Gila, envió un mail avisando que tampoco habría clases el martes porque su mamá estaba enferma. Los niños si se regresaron hoy pero yo decidí quedarme un día más para aprovechar la visita a Berlin y ver más cosas.


Gaby tenía clases hasta la tarde así que salimos temprano en la mañana a Potsdam, una ciudad pequeña cerca de Berlín y capital de Brandenburg. Fuimos directo a Park Sanssouci que era básicamente un enorme bosque lleno de castillos y palacios. No entramos a ninguno por la falta de tiempo y porque los recorridos son caros, una lástima ya que se veían preciosos desde afuera y los jardines que los rodeaban eran bellísimos, llenos de fuentes, esculturas, flores, viñedos... no puedo ni imaginarme cómo estarían por dentro.

Vimos el Schloss Sanssouci, el edificio más antiguo del parque que estaba precioso, uno de mis favoritos. La entrada era una enorme fuente rodeada de esculturas seguida de escalones tan extensos como el castillo y llenos de viñedo mientras que el edificio se erigía en la cima de la colina con una cúpula verde y paredes amarillas, toda adornada con esculturas de piedra, todas distintas. El patio era un pasillo semicircular con columnas y más atrás otra fuente. Me habría gustado muchísimo verlo por dentro, he visto algunas fotos y se ve hermoso.

Después caminamos y vimos el Historischemühle (molino de viento) a lado del Neue Kammern. Un edificio largo y amarillo con vistas y esculturas de piedra. Caminamos un poco más entre el bosque hasta dar con el palacio más grande, el Orangerie con jardines llenos de flores y fuentes al frente, sin embargo este tenía un estilo más sencillo pero, de igual manera muy bonito.

Luego caminamos al palacio más cercano y nuevo, Neues Palais cuya fachada estaba adornada por un jardín semicircular y enorme, del mismo ancho que el palacio, lleno de esculturas blancas en su orilla. Y éste palacio, el más alto creo yo, se erigía con una cúpula verde, vistas de piedra clara y esculturas de piedra, en cada columna, los techos, la base, las escaleras, en todas partes había un monito y todos eran distintos. La arquitectura estaba increíblemente bonita, por delante y por detrás. Este también fue uno de mis favoritos. Detrás del Neues Palais estaba otro edificio, un poco más pequeño que el palacio (o sea, aún muy grande), aunque no se podía apreciar bien porque estaba en restauración. Se llama Communs y estaba comprendido por dos fachadas flanqueando un centro semicircular. También lleno de detalles, esculturas y escaleras de piedra.

No vimos más del Park Sanssouci porque era demasiada y Gaby tenía clase en la tarde, pero de regreso pasamos por un jardín botánico lleno de flores de diferentes colores, formas y tamaños, estanques, árboles, arbustos, unos frutales y otros no, fuentes, ¡incluso nos topamos con un nopal! En el camino de regreso, poco menos de una hora, platicamos mientras comimos sándwiches que hicimos antes de partir del depa. Las dos nos bajamos en Alexanderplatz pero tomamos rumbos diferentes. Ella se fue a su escuela y yo tomé un U-Bahn que me dejara cerca del Jüdisches Museum. Me gustó andar sola, ir a mi propio paso, ver lo que quería ver cuando quería verlo y cuanto tiempo quisiera. Libertad. Bajé a la estación que estaba cerca de los Kebaps que comimos el día anterior, y sí se notaba que estaba de nuevo en la zona turca de la ciudad. Caminé un poco y vi luego luego el edificio gris agrietado con la estrella de David resquebrajada. La entrada era por un edificio antiguo a su izquierda que se llama Berlin Museum. Para empezar el recorrido bajamos unas escaleras y el museo estaba lleno de artefactos de la vida cotidiana judía, cuartos cuya arquitectura te transmitía sentimientos de dolor, aparatos interactivos, había mil explicaciones tanto en la audio guía como en el recorrido. Me di cuenta que apenas estaba llegando a la mitad después de cuatro horas. Al final vi el resto del museo rápido porque ahora sí ya me estaba dando mucha hambre.

Salí y quedé de verme con Gaby en el Curry 36 que estaba cerca. Según esto es uno de los puestos originales de Currywurst en Berlín, si no es que en toda Alemania. Lo que sí es que cuando llegué había una fila como de unas treinta personas. Pedí dos currywurst con papas a la francesa. Para serte sincera, a mi me supieron a salchicha, normal, pero vaya, era la segunda vez que probaba salchichas en Alemania y tal vez no pude apreciarla como debía. Lo que sí tengo que decir es que aquí hacen las papas a la francesa diferentes. Quedan doraditas y crujientes, saben delicioso y se están volviendo mi debilidad a la hora de escoger complementos en la Mensa (comedor) o cualquier otro restaurant. Pero bueno, regresando al Curry 36, la verdad me supieron a gloria con el hambre que tenía.

Regresamos al depa de Gaby y me ofreció nieve a lo cual yo, naturalmente, accedí. El problema fue que apenas toqué la cama, caí muerta y no comí nieve haha. Pero bueno, había estado, literal, parada todo el día, hasta para comer el Currywurst porque aquí, los puestos de comida rápida como salchichas, kebaps, etc. sólo tienen mesas altas en la banqueta.