martes, 4 de septiembre de 2012

Unter den Linden und andere Abenteuer


Hoy Gaby tuvo clase en la mañana y yo partiría después de mediodía a Marburg, así que tuve toda la mañana para mí sola. Salí con mi mochila y mi bolsa y lo dejé todo en lockers del Berlin Hauptbahnhof para tomar un tren directo de ahí después de comer. Compré mi boleto de regreso a Marburg y tomé un S-Bahn a Unter den Linden porque en esa calle hay muchos edificios bonitos que conocer.

El Staatsbibliothek no lo pude apreciar porque estaba siendo restaurado, como muchísimos otros edificios en Alemania. Caminé hacia la Humoldt Universität, donde hace dos días compre mi libro de novelas y enfrente otra universidad pero más nueva, construida por los rusos después de la segunda Guerra Mundial. Caminé un poco más atrás y dí con el St. Hedwigs Kathedrale, la catedral católica de la arquidiócesis romana en Berlín. Tiene una fachada similar a la del panteón romano y después es un gran cilindro tapado con una enormísima cúpula de concreto verde. Entre para ver que tal y que voy entrando a una sesión de reflexión acompañada con música de órgano. Fue increíble. Escuché tres piezas de órgano y se escuchaba hermoso. El órgano era enorme y moderno, con detalles en metales de distintos colores y el organista se veía diminuto entre tal monstruoso instrumento.

Entrabas a la iglesia y había unas escaleras anchas para bajar al Santísimo donde encima se encontraba el altar y las bancas a los lados. Todo podía verse desde el frente. Es un poco difícil de explicar pero el diseño era muy bonito. Puse una velita para mi familia en una estatua de la Virgen María y escuché el espectacular órgano. Entre pieza y pieza, un hombre leyó de la biblia. Reconocí una de las lecturas, era la de los panes y peces. Pude haberme quedado toda la tarde escuchando pero después de tres piezas terminó la sesión y una mujer procedió a abrir el acceso al Santísimo. Bajé, me persigné y alrededor de las bancas del Santísimo había pequeños cuartos de adoración o con exhibiciones de tesoros de la iglesia: copone, cruces, rosarios, biblias antiguas, vestimentas de cardenales, etc. Había una tumba en honor a un Cardenal que, durante la segunda Guerra Mundial ayudó a proteger judíos. En una vitrina estaba su certificado y su moneda conmemorativa, otorgada por la comunidad Judía con sede en Jerusalén. Estuve casi una hora dentro de esta iglesia.

Pasé frente al Staatsoper Unter den Linden que estaban remodelando, en parte. Crucé la calle al Neue Wache, un edificio con fachada de pórtico dórico que conmemora a las víctimas de guerras y dictaduras. Dentro era un cuarto enorme, vacío, oscuro, silencioso a pesar de los automóviles y el bullicio afuera. No había nada más que una piedra oscura en el centro, debajo de un rayo de luz proveniente de un agujero en el techo, una escultura por Käthe Kollwitz de una mujer lamentando su hijo muerto. Debajo del granito hay cenizas de un soldado desconocido, de un miembro de la Resistencia y de un prisionero de un campo de concentración (los tres de la segunda Guerra Mundial, aunque el edificio conmemora también a víctimas de la primera Guerra Mundial y del fascismo).

Pasé frente al Zeughaus (Deutsches Historisches Museum), el museo de historia alemana. Está enorme y alto, lleno de detalles como todos los edificios antiguos. Entré sólo al lobby donde había unas esculturas enormes en exposición, pero no entré por la falta de tiempo y el costo. En verdad, tendría que dedicar mínimo una semana completa para ver los museos más más más importantes de Berlín, que son una pequeña fracción considerando la amplia variedad que hay. Berlín debería de llamarse la ciudad de los museos, es impresionante la cantidad que hay.

Como estaban remodelando el Kronoprinzenpalais, no pude tomarle foto, era un pórtico antiguo muy bonito. Caminé hacia atrás al Friedrichswerdersche Kirche. Una iglesia enorme construida enteramente de ladrillos rojos. Entré para ver qué tal y lo primero que veo es una exposición gratuita de un montón de esculturas de mármol preciosas. Era una exposición en honor a Karl Friedrich Schinkel, el arquitecto, aunque también había obras de Schadow y Wolff, entre otros. Le dediqué una hora, si no es que más. La iglesia en sí era una obra de arte, junto con los techos, los vitrales y las escaleras de madera labrada. Y con la exposición adentro en verdad el edificio es un tesoro. Uno de mis lugares favoritos en Berlín.

Terminé mi recorrido porque ya era mediodía no sin antes pasar por una tienda de souvenirs para comprarme unas piedritas del muro y un llavero abre-cheves ya que los muchachos no son muy hábiles abriendo cervezas y eso a veces es un pequeño problema. Me encontré con Gaby en Alexanderplatz y fuimos a comer a Mustafas Gemüsekebaps que sabían delicioso. Había vegetarianos pero nosotras pedimos con pollo. Lo servían con tres cremas, una era de yogurt y otra con chile, también con papas fritas en rodajas, mucha verdura fresca y queso feta con especias. El pan era distinto, no era el típico árabe, pero el Kebap sabía increíblemente delicioso. En verdad creo que todos los Kebaps que había probado antes de Berlín son una burla comparados con los de ahí.
La experiencia completa de Berlín me encantó. Hasta este momento, Berlín es mi ciudad alemana favorita, definitivamente. A pesar de ser una ciudad grande, es barato (no tanto como Marburg pero sí es barato) a excepción tal vez del alojamiento, pero está increíblemente bonita. Siempre hay algo nuevo que ver, conocer, probar, encontrar… me encantó.

Me despedí de Gaby y tomé el tren de regreso a Marburg. Haría siete horas de camino ahora yo sola de regreso. Una pequeña aventura, fácil de lograr. Para que no se me pasar ningún transbordo de los cuatro que haría, puse la alarma de mi iPod. Todo salió bien hasta que llegué al último tren. Como ya era un poco mas tarde me puse a escuchar música y me quedé dormida. En eso siento que el tren estaba parado, me doy cuenta que la alarma de iPod llevaba sonando cuatro minutos, me asomo por la ventana pero todo está oscuro y no alcanzo a ver dónde estoy. En eso pasa un señor y le pregunto “Wo sind wir?” y él me contesta con una sonrisa “Marburg!”. La cara se me cayó al piso, agarré mi mochila y mi bolsa y salí de estampida a la puerta. No sabía por cuál lado se bajaba así que oprimí el botón de una puerta y no se abrió. Me volteé y oprimí el botón de la puerta del otro lado y ¡tampoco se abrió! Me volteé de nuevo y oprimí el botón otra vez y en eso veo que el tren comienza a avanzar. Perdí mi parada. Me regreso a sentar a un sillón, derrotada, y dos señores grandes sentados enfrente me voltean a ver mientras yo agacho la cabeza. Unos minutos después anuncian por el altavoz “Nächste Halt: Marburg Süd” y uno de los señores se asoma y me dice “Sie können hier aussteigen, es ist auch Marburg.” Y yo le contesto “Ja, danke.” Ya sabía que la siguiente parada era la estación sur de Marburg, la que quedaba a una hora en bus de mi casa.

Me bajé y en cuatro minutos pasaba un tren de regreso, en tren eran 5 minutos al Hauptbahnhof. El problema era que pasaba por el Gleis 2 y yo estaba en el 1. Crucé el puente y caminé pero no vi ninguna entrada. De un lado, del otro, nada. Subí el puente de nuevo para divisar un pasillo y cuando lo encontré, el tren estaba llegando. Corrí para alcanzarlo pero lo perdí. Nuevamente derrotada fui a la parada del bus para alcanzar el último camión a casa. Pasaba en unos 15 minutos así que me senté en la banca. No pasaron ni tres minutos cuando divisé el camión 1 rumbo a Wherda del otro lado de la calle… ¡me equivoqué de parada! Corrí, atravesé la calle y le hice señas al conductor de que parara y me dejara entrar. Con una pequeña sonrisa me dijo “Gute Nacht” y yo le regresé el saludo. Me senté segura en el asiento del camión y esperé pacientemente una hora completa hasta llegar a casa.

Ya era casi la una de la mañana del miércoles y cuando abro la puerta, veo la luz prendida. ¿Dr. Hein seguía despierta a estas horas? Honestamente tuve miedo de ser regañada por no avisar que no llegaría el lunes sino hasta el martes, o mejor dicho miércoles en la madrugada. Escuché unos pasos fuertes y rápidos hacia mi dirección y aparece Dr. Hein y me dice “Hallo Scarlett! Oh, siehst du mit alle deine Gepäck! Darf ich ein Foto machen?” Yo seguía en un estado de derrota/cansancio/miedo/shock/random y sólo saqué de mi boca un “Ja…” Dr. Hein corrió por su cámara y me tomó fotos con mi mochila y bolsa desde diferentes ángulos. Me sentí en casa.

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