sábado, 8 de septiembre de 2012

Puccini und seine Bohème

El sábado nos levantamos temprano para ir a Frankfurt. Esta vez no fue una visita cultural sino un paseo por los centros comerciales. Al principio vimos tiendas de zapatos, bolsas, unas de ropa pero sobretodo de chamarras, ya que necesito una buena para resistir los helados inviernos que me esperan. Checamos de unas marcas europeas y otras más conocidas como The North Face, Columbia, Wellensteyn... todas superaban los 150 o 200 euros asi que, básicamente, aún no sé que voy a hacer.

Después fuimos a comer al Atschel donde probé, una vez más, el tradicional platillo de Frankfurt: Schnitzel mit Grüne Soße y un vaso de Apfelwein. Estuvo de-li-cio-so. Se nos hizo un poco tarde y tuvimos que correr a la estación del S-Bahn. Después teníamos que caminar unas cinco cuadras rumbo al Oper Frankfurt pero no sabíamos en qué dirección. Le preguntamos a tres o cuatro personas que nos decían donde estaba la Alte Oper pero esa era otra. Finalmente decidimos avanzar en una dirección que pensábamos era la correcta hasta que nos dimos cuenta que estábamos perdidas. Íbamos Carmina, Nenna, Andjela y yo. Andjela pidió un taxi con la esperanza de alcanzar a llegar a la ópera a tiempo. Nos costó ocho euros, dos cada quien, pero cuando llegamos la obra ya había comenzado y ya no podíamos entrar a tomar nuestros asientos. Tuvimos que esperar en el lobby hasta la pausa, viendo la transmisión en vivo en las televisiones del teatro. Nos perdimos de cuarenta minutos pero todavía alcanzamos a ver más de una hora de ópera.

La Bohème de Puccini. En la orquesta había instrumentos que no conocía y también una mujer tocando el arpa. La soprano y los tenores cantaban precioso. Todas las notas claras y brillantes, la voz limpia. Todos los cantantes cantaban hermoso. En verdad fue una experiencia muy, muy bonita.

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