sábado, 7 de junio de 2014

La aventura comienza. Otra vez.

Pues se llegó el día. Sábado 7 de junio a las 4:30AM estaba saliendo de mi casa para tomar un avión que me llevaría al otro lado del mundo. Después de hacer la maleta la noche entera, mi papá se levantó para ayudarme con los últimos detalles y darme ride al aeropuerto. Cuando llegamos, Claudia, Andrea y Lili ya estaban ahí. Hicimos el check-in. Nos tomamos fotos con nuestras mochilas de mochilazo. Nos despedimos de todos. Mi papá nos vió bajar/desaparecer por las escaleras que me separaban hacia las salas de espera del avión.

Cuando papá me llevaba en el camino de la casa al aeropuerto, el cual fue eterno, me empezó a dar mucho miedo. No había sentido eso la última vez que me atreví a salir de mi casa de intercambio. Ahora sí lo sentí porque sabía exactamente a lo que iba: "a no sé dónde". Por mas que viajara con mis amigas, voy sola. Voy fuera de la comodidad de mi casa, fuera de mi rutina, fuera de mi dieta, fuera del idioma español, fuera de todo. Cuando regresé de mi intercambio hace un año me prometí a mí misma que si volvía a salir, lo haría acompañada. Porque ahora sé lo que es andar sola, cuidarme sola, reclamar y defender mis derechos sola, moverme sola, decidir sola. Tiene todas las ventajas del mundo, y si recomiendo viajar de alguna manera, lo primero que diría es "viaja solo, conócete, conoce otras cosas. No hay nada como viajar solo." Pero la verdad es que, a diferencia de la creencia popular, no quiero estar sola.

Las niñas y yo abordamos el avión que nos llevaría a Houston. Como soy super inteligente (es decir: bien mensa), escribí en mi declaración que llevaba comida. Entonces, cuando llegué a Estados Unidos y pasé por la aduana, me mandaron junto con mi maleta a los rayos X. Nada especial pero fui la única interrogada. Una vez en la sala de espera en Houston, nos informaron que el avión saldría retrasado por una falla eléctrica. Nos retrasamos alrededor de dos horas pero llegamos justo a tiempo a Detroit para alcanzar nuestro vuelo a Frankfurt. Este avión transatlántico no era de los más grandes, no tenía copete, pero iba medio vacío, entonces nos tocaron dos asientos a cada quien. Creo que fue el único avión en el comí algo porque incluía cena, snack y desayuno. Deli. Además de cerveza, vino, té y todas esas cosas bonitas.

Para mi sorpresa, el avión llegó como planeado, entonces no hubo problema en nuestra escala de una hora para tomar el avión a Gotemburgo. Dormí un poco pero me desperté justo encima del mar Kattegat, antes de que llegáramos a Suecia. Cuando vi el pedacito de tierra, empecé a tomar fotos con mi celular. Un minuto después, cuando estábamos justo arriba, me dí cuenta de la belleza del terreno. Era tierra verde, llena de árboles y pinos de colores vivos con parches de cuerpos de agua. Lagos en todas partes, ríos conectándolo todo. El agua reflejaba el sol como si fuera un gran espejo lo cual traía aún más luz, brillo y vida a toda esa cosa hermosa inmóvil debajo de mí. No sé cómo describirlo, puede que exagere si digo que no respiré durante los siguientes 30 minutos hasta que aterrizó el avión, pero la afirmación no se aleja de la verdad. Quedé absoluta y completamente enamorada de un paisaje como de cuento de hadas. Como el que le enseñó Howl a Sophie, con sus pastos, sus lagos y su infinidad de florecillas de colores decorando todos los rincones, donde el agua se conectaba con el cielo y el paisaje era plenamente celeste.

Aterrizamos y esperamos en el pequeño aeropuerto de Gotemburg al camión que nos llevó a Jönköping. Una vez en la ciudad, nos recogió el staff de la universidad pero nos separaron a Andrea, Lili y a mí, de Claudia. A nosotras nos llevaron lejos de las hermosas y coloridas casas modernas suecas a unos suburbios a los departamentos de estudiantes de la ciudad. Los primeros minutos que estuvo en el lugar fue un pequeño shock, porque, después de ver tanta cosa bella, me dejaron en unos departamentos con forma de motel norteamericano enmedio de la nada y lejísimos del centro. Pero vaya, me acostumbré rápido. Me ha tocado peor.

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